"Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor;
yo digo aún:-¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá:-¿Por qué no lloré yo?"
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor;
yo digo aún:-¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá:-¿Por qué no lloré yo?"
Qué complicado y orgulloso llega a ser un corazón humano. Usamos palabras hirientes cuando lo que deseamos decir es un "Te quiero", el mismo que la otra persona desea oír y decir y, que a la vez, también calla. Apretamos los puños cuando se nos va la vida por dar un abrazo, y recibirlo. Giramos la cara cada vez que nuestros labios luchan por besar otros que anhelan ser besados. Entonces, llega un día que decidimos dar el paso, hablar, extender los brazos, mirar a la cara... Pero ya no hay nadie a quién decir "Te quiero". No hay nadie a quién abrazar. No hay nadie a quién besar... Entonces nos damos cuenta de lo que tubimos y perdimos. De lo que pudo haber sido y nunca fue. De que una palabra o un gesto, que usamos hipócritamente a lo largo del día con gente a la que ni conocemos, habrían pegado los pedazos de dos corazones destrozados por la estupidez humana. Y entonces lloramos. Lloramos amargas lágrimas que cesan por fuera cuando la gente mira, cuando alguien espera que llores y dar él el paso para recoger los trocitos de tu alma y devolvértela entera, arreglada de nuevo. Y cometemos el mismo error. Y lloramos aún más. Pero el tiempo se lo lleva todo, lo entierra bajo toneladas de nuevos sentimientos, de nuevas palabras. Pero la mente humana está ligada al corazón, y es tan complicada como éste...
"...piensa con el corazón, siente con la cabeza" - Kanon, ¿Qué es el amor?
"...piensa con el corazón, siente con la cabeza" - Kanon, ¿Qué es el amor?