lunes, 5 de marzo de 2007

Quinta Avenida


Yo sólo me dejaba arrastrar entre la multitud, celebrando nuestra victoria. Todo transcurrió en uno de esos instantes infinitos.



Sentí una mano poderosa agarrándome la cadera, pero a la vez con una fuerza delicada, que me tiró hacia atrás. Me dejé caer confiada en la seguridad que emanaba de esa mano protectora, en el aroma de ese cuerpo tan cercano. Extasiada debido a la explosión de mis sentidos.

Después vi sus ojos, llenos de pasión y determinación. Y supe que no podía resistirme a lo que iba a pasar a continuación.

Su mano, subió por mi cintura con una tranquila caricia, mientras exploraba la curva que producía mi cuerpo.

Luego un brazo firme me rodeó la cabeza y yo me dejé llevar, como una hoja por el viento.

Volví a ver sus ojos, esta vez rebosantes de amor y deseo.

Y yo acerqué mi cara a la suya. Muy lentamente, para poder inspirar antes su aroma de nuevo y poder rozarle el cuello con los labios; apenas un suspiro de mi aliento contra su piel.

Para finalmente, entre un pequeño temblor, recorrer su barbilla acercándome a unos milímetros de su piel, que no llegué a tocar.

Primero pasaron mis ojos, nariz y finalmente boca... Que subió tan despacio como me permitió mi deseo, mientras intentaba grabar todo lo que veía y sentía en ese momento perfercto de un mundo maravilloso.

El corazón se me salía del pecho, y aunque era una emoción conocida, no por eso era menos intensa.

Mis labios se acercaron a los suyos con el temor de una primeriza, con miedo a no saber
que hacer, a ser rechazada y con el corazón preparado para la huída.

Pero antes de que yo tocara sus labios, cuando estaba inspirando la última bocanada de aire, el giró levemente la cabeza, buscándome y el corazón me dió un vuelco, mientras nuestras bocas se encontraban con un suave ímpetu y nos fundíamos en un beso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un mero observador